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Numeritos

Macario Schettino | @macariomx

Terminó el periodo para inscribirse en el padrón electoral, obtener la credencial de elector o cambiar los datos. Me parece que habrá un tiempo, después, para obtener una copia en caso de pérdida, pero ya no se podrá cambiar información, ni mucho menos inscribirse. Nos quedamos con un padrón electoral de 100 millones de mexicanos. Un pelito más, pero lo quitamos para poder hacer números con más facilidad.

En las elecciones presidenciales suele asistir un número mayor de personas a las urnas, en comparación con las elecciones intermedias. Esto, con una salvedad. En 1997, la primera elección democrática en México, la votación fue de 57% de los ciudadanos registrados. En cambio, en 2006, la elección presidencial más competida, la asistencia fue de 57.7%. Prácticamente lo mismo. Es una paradoja, porque la teoría dice que la asistencia a las elecciones aumenta cuando la competencia es mayor, y cuando los temas a decidir parecen más relevantes a los ciudadanos. Creo que en 2006 así era, pero por alguna razón no hubo tanta asistencia a las urnas.

Tal vez porque tanto la elección intermedia previa, como la siguiente, son las de menor asistencia: 42.6 y 44.6%, respectivamente. Es decir, parecería que después de la elección presidencial de 2000, que tuvo una asistencia de 63.2%, se nos desinflaron los votantes. Regresaron para 2012, con 62.7%, y en 2018, 63.4%. Las intermedias de 2015 y 2021 tuvieron una buena asistencia, pero nada espectacular, 51.2 y 52.7%.

Es decir que, en promedio, las elecciones presidenciales atraen 15 puntos más que las intermedias, por lo que no suena nada extraordinario que en este 2024 puedan asistir cerca de 65% de los mexicanos a las urnas. Todos los cálculos son con respecto a votos totales, y no sólo válidos. Esto significa cerca de 65 millones de votos, tal vez 63 millones de ellos válidos. Puesto que se trata de una elección polarizada, es de suponerse que hay que llegar a 30 millones para ganar.

Ésa fue la votación que alcanzó López Obrador en 2018, que en ese año representó un poco más de la mitad de los votos. Ahora no llegaría a tanto, pero seguramente alcanzaría para ganar. La pregunta que todos se hacen es si ya hay alguna fuerza política que tenga garantizada esa cantidad de votos. Todo indica que no.

Por un lado, aunque el gobierno actual celebra muchos éxitos, y con eso hace campaña incluso en este periodo en que es ilegal hacerlo, la evidencia indica que se trata de otra mentira más. Esto no lo verán millones de personas, que creen en el gobierno actual a pesar de todo. Según el libro de Gabriel González Molina, Switchers 2.0, que comentamos hace semanas, deben ser cerca de 21 millones de mexicanos. Del otro lado, habría 23 millones que son profundamente contrarios al gobierno actual, y no cambiarán de opinión.

Supongo que de esos grupos asistirá a votar una cantidad superior al 65% que estimamos para la votación total, pero dudo que sea una cifra distinta para cada grupo. Se anularán entre ellos, pues.

Definirán la elección los 56 millones de mexicanos que están dispuestos a cambiar de opinión, en una u otra dirección. Pero seguramente en este grupo habrá más personas que ni siquiera consideren ir a votar. Ese grupo tiene 10 personas proclives al gobierno por 16 que, en principio, están en contra. Si en ambos hubiese la misma proporción interesada en votar, el gobierno actual perdería de calle. Sólo en el caso de que en el segundo grupo hubiese 20 puntos más de abstencionismo, se revertiría el resultado.

Son sólo números, referidos a la percepción que tienen las personas del actual gobierno. No son estimaciones ni preferencias por los candidatos. Para que no demanden a lo tarugo.

Este artículo se publicó originalmente en El Financiero, se reproduce con la autorización del autor.

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