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Cuerda floja

Macario Schettino | @macariomx

Las finanzas públicas realmente están complicadas. Ya muchos colegas han comentado al respecto, considerando que el presupuesto de 2024 es sumamente riesgoso. Algunos pensamos que es irresponsable. Quienes son optimistas, piensan que Hacienda dice la verdad cuando afirma que se trata de un exceso de una sola vez, y que a partir de 2025 regresaremos a la cordura. Como los que están en Hacienda se irán en 2024, no se me ocurre por qué creerles, pero bueno.

El tema es que las complicaciones van a ocurrir antes. Para este año, Hacienda afirma que el déficit estará en 3.4 puntos del PIB. Sin embargo, en los pre-Criterios habían estimado 4.3%, que ahora en los Criterios dicen que nada más era de 4%. De hecho, recuerdo que en algún momento llegaron a hablar de 4.7%.

La reducción en esa cifra es muy importante, porque de ahí parten para suponer que el próximo año “nada más” llegaremos a 5% del PIB. Si revisa uno las cifras, la única forma en que Hacienda puede cumplir lo que dice en los Criterios para 2024 (es decir, 3.4%) es reduciendo significativamente la inversión en los meses que quedan de este año, incluyendo agosto, que ya pasó pero no se ha publicado. Tendría que reducir la inversión pública a la mitad de lo que se ha invertido en los últimos dos años.

En promedio, desde enero de 2022 y hasta julio de 2023 el gasto de capital del gobierno es de 100 mil millones de pesos. Si se mantiene ese gasto en lo que queda del año, el total de la inversión en 2023 sumará 3.9% del PIB, y el déficit estará en 4%, más de medio punto por encima de lo que acaban de ofrecer. Si el gasto se mantiene más arriba, en los niveles que ha alcanzado en ciertos meses recientes, en los que Dos Bocas y el Tren Maya han recibido grandes recursos, el déficit puede llegar a esa cifra que mencionaron y luego olvidaron, 4.7% del PIB.

El tema es que, para evitar ese déficit que haría dudar a todos del presupuesto de 2024, el único camino es detener, o frenar significativamente, la construcción del Tren Maya y de Dos Bocas. Al hacerlo, no sólo incurrirían en la ira presidencial, sino que los datos espectaculares de la construcción que hemos visto recientemente desaparecerían de inmediato, regresándonos a la trayectoria que tiene el resto de la economía, que no va rumbo a 3% de crecimiento, sino hacia 2%. Eso implicaría un PIB más pequeño, y entonces todas las cifras de las finanzas públicas, que acostumbran compararse con esa referencia, se harán todavía menos buenas que hoy.

El otro camino es seguir construyendo, inflar el PIB de esa manera, junto con el ego presidencial, pero dejar claro desde este año que las cuentas de 2024 son demasiado alegres. Con eso, el riesgo de una llamada de atención de parte de las calificadoras ya no será menor.

El entorno, por otra parte, no favorece este caminar en la cuerda floja. La Reserva Federal ha dejado claro que no bajará las tasas de interés en Estados Unidos por un buen rato, y en México el mercado ya está demandando tasas superiores a la referencia del Banco de México. Dicho de otra forma, el déficit del gobierno es tan elevado, que los ahorradores están exigiendo casi 12% anual, y no el 11.25% de Banco de México. Vea las tasas de Cetes a un año.

En el gobierno saben que están hundiendo las finanzas, pero están convencidos de que estallará después de las elecciones. Como ocurrió con los “alfileres” de Salinas, dirán entonces que la culpa no fue suya. Bueno, igual que entonces, aviso con tiempo.

Este artículo se publicó originalmente en El Financiero, se reproduce con la autorización del autor.

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