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Un panorama desalentador: la pobreza persistente en México a pesar de las supuestas mejoras; ya que aumentaron carencias en salud y educación

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De acuerdo con los criterios de medición de pobreza, dicha condición se compone de varios factores o dimensiones, por lo que, si se mejora en un rubro, pero se empeora en otro, no se puede hablar de reducción, que es lo que presume el más reciente informe del Coneval, que afirma que hay 9 millones menos de pobres.

Según la dependencia, que mide el impacto de los programas de desarrollo social, entre 2020 y 2022 casi 9 millones de mexicanos dejaron de vivir en la pobreza, considerada ésta como falta o escasez de ingreso económico. Sin embargo, al tiempo, muchos más millones de personas dejaron de tener acceso a seguridad social y/o servicios de salud pública.

Eso, en términos a ras de piso significa que el mayor ingreso que pudieran tener muchos hogares se diluye en pagar servicios privados de salud y medicamentos. Y esa situación no es privativa de quienes no son derechohabientes, sino también toca a quienes están inscritos en el IMSS y el ISSSTE, considerando el inédito desabasto de medicamentos que se ha extendido todo el sexenio y que obliga a personas con seguridad social a gastar dinero adicional en comprar medicinas.

Según el Coneval, entre 2020 y 2022, el número de personas en situación de pobreza se redujo de 55.7 a 46.8 millones. Esto, como apunta el periodista Carlos Loret de Mola, es resultado de los programas de apoyo social del presidente López Obrador y los incrementos al salario mínimo.

Ahora, de acuerdo con funcionarios del Coneval, esta mejora no tiene nada que ver con los programas sociales, sino “con el trabajo de las personas”. 

Como se ha documentado abundantemente, este gobierno ha reducido el presupuesto en áreas claves del sector salud, justamente para nutrir de recursos los programas sociales, además de las obras favoritas del presidente. También se ha documentado que dentro del IMSS se ha incurrido en grave (incluso criminal) subejercicio presupuestal, como demuestra el reciente caso de la pequeña muerta en un elevador en mal estado.

No solo eso: se recortó presupuesto a programas que ampliaban derechos y oportunidades, como los de atención al cáncer de mama y las estancias infantiles. También las Escuelas de Tiempo Completo que daban alimentación a niños de zonas marginadas. Perder ese beneficio es incremento de la pobreza.

Así, una familia que ve incrementados sus ingresos en metálico, pero ya no tiene una guardería de bajo costo al acceso o que no puede contar con una asociación que atienda el cáncer de mama con enfoque social, por fuerza debe derivar esos ingresos extras en subsanar tales necesidades.

Los hogares que no viven necesidades tales como cuidar hijos o enfrentar gastos médicos catastróficos con toda seguridad sienten una mejoría en su nivel de vida. Pero si llega el momento de enfrentar una enfermedad grave, se toparán con la tragedia del actual sistema de salud y esa pequeña mejora en sus ingresos no será en lo absoluto suficiente.

Dicho de otro modo: la mejora en los ingresos que canta Coneval es un poco más de dinero en el bolsillo, pocket money, lo llaman en inglés, lo cual permite la solución inmediata de necesidades básicas como comida y productos de higiene personal, incluso algo de diversión,  lo cual ciertamente es providencial para millones de personas, pero no es auténtica riqueza a largo plazo, que es lo que permite la movilidad social.

Es, como dice la frase bien conocida: “pan para hoy, pero hambre para mañana”.

A la carencia en salud, hay que sumar la carencia educativa, el otro gran pendiente de este gobierno. Se incrementó el grado de deserción escolar y la actual crisis educativa, visible en los nuevos libros de la SEP, se suman para impedir la superación de la pobreza a nivel generacional.

Coneval informó que 1.6 millones de personas entraron en la categoría de rezago educativo: el porcentaje pasó 19.0% a 19.4%, es decir, 25.1 millones. Esos 25 millones de personas, niños y jóvenes, muy previsiblemente serán personas que verán cerrado el camino a la mejora económica, perpetuándose en ellas el ciclo de pobreza.

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