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TRANSPARENCIA POLÍTICA

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La impunidad del fuero

Erwin Macario | @erwinmacario

Todo empezó hace seis sexenios. El descontento de AMLO, sin quererlo, fue caldo de cultivo de la corrupción en el sistema político en Tabasco. La aceleró la traición a Salvador Neme y la llegada de Manuel Gurría Ordóñez.

De 1988 al 2024, la política pasó a la delincuencia: de políticos delincuentes a delincuentes políticos.

Manuel Gurría procreó a Jaime Lastra y a Adán Augusto. Jaime, a Hernán Bermúdez y a Humberto de los Santos Bertruy. Humberto a Evaristo Hernández Cruz. Adán se hizo el capo de tutti capi.

En 36 años ganaron la plaza, que ahora se disputa sangrientamente, sembrando de cadáveres ajenos la sucesión 2024-2030 que ganará Javier May Rodríguez.

El cartel se mantuvo en los gobiernos de Gurría, de Madrazo, Enrique Priego, Manuel Andrade, Andrés Granier, Arturo Núñez; y tomaron el poder con Adán Augusto López Hernández.

Nuevos capos se unieron. La impunidad les ha protegido y, al momento de la sucesión, están procurando protección en el fuero. El propio Adán la busca en el Senado; Jaime Lastra, en la Cámara de Diputados federal y también otros como Luis Romeo Gurría, Carlos Íñiguez “Caliche” y Daniel Casasús en Tabasco.

No se trata únicamente de salvar el pellejo ante posible acción penal, sino que pretenden —mediante actos criminales, violencia sangrienta—, mantener la plaza que empezaron a perder en el enfrentamiento en que estuvo a punto de morir Hernán Bermúdez, a quien quitaron el mando de la Policía estatal y mandaron al extranjero.

Ni la presencia de 2,500 elementos de las fuerzas federales enviadas por Andrés Manuel López Obrador para calmar la disputa entre carteles de la delincuencia y la política han impedido el baño de sangre, al grado que hay analistas políticos que advierten que la mano armada del poder puede causar asesinatos en la propia campaña electoral que vive Tabasco.

“Imploran a Dios pare la violencia”, tituló TABASCO HOY la preocupación de la iglesia católica por lo que, en lo general, pasa en Tabasco. Un grito desesperado, de impotencia, que debe ser escuchado.

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