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Macario Schettino | @macariomx

Le atribuyen a algún político alemán la frase: “en política, los adversarios están enfrente; los enemigos, detrás”. Los peores conflictos se dan al interior de los grupos políticos, antes de la elección constitucional. Hoy podemos ver esto, claramente, en las dos coaliciones que se encaminan a 2024.

Marcelo Ebrard ya hizo explícito su reclamo de la cantidad de recursos públicos que se están destinando a apoyar a Claudia Sheinbaum. Importa porque, más allá de su competencia interna, lo que Ebrard denunció es un delito electoral, y sus dichos, documentados adecuadamente, pueden descarrilar la candidatura en Morena. No hoy, sino cuando el proceso inicie formalmente. Si bien en el INE harán lo que les diga el Presidente, que ya contradijo a Ebrard, en el tribunal no tienen el control suficiente.

En el Frente Amplio, el proceso ha llegado a la tercera fase, y quedan tres aspirantes a la coordinación nacional. Fue eliminado Enrique De la Madrid, que en un gesto inusual en México, aceptó sin reclamos esa decisión (producto de las reglas acordadas inicialmente), y reiteró su apoyo al FAM. Sin embargo, una cantidad no menor de sus seguidores, que públicamente habían apoyado su aspiración, no tienen altura equivalente. Reclaman, descalifican, encuentran elementos para su teoría conspirativa, y con ello restan legitimidad a un proceso que evaluarían de forma totalmente distinta si su candidato siguiese participando.

Esto se suma a los ataques constantes que recibe Xóchitl Gálvez de parte del gobierno, y del Presidente mismo, y a los sesudos “análisis imparciales de especialistas” que, o no han entendido lo que se juega en esta elección, o tienen intereses en ella que no transparentan.

La elección de 2024 puede ser la última que tengamos en México bajo la lógica de la democracia liberal. No debe haber duda en ello. El desquiciado del show matutino no quiere dejar el poder, y está dispuesto a todo con tal de heredarlo a quien él cree posible mangonear. Esta semana nos ha dado una muestra más de su absoluta falta de empatía, su cinismo, y su decisión de no aplicar la ley. Frente al espantoso crimen ocurrido en Lagos de Moreno, regresó a su despreciable risita, y a la negación de la evidencia al día siguiente. Es una persona que no tiene referente moral alguno.

Como ha ocurrido en muchos otros países en épocas recientes, este tipo de políticos llega al poder mediante elecciones, pero después se asegura de evitar perderlo por ese mismo medio. Destruyen instituciones, descalifican medios y periodistas, utilizan los recursos públicos para comprar votos y crear clientelas, hacen uso doloso de las instituciones judiciales para perseguir a los posibles adversarios, y crean una realidad alterna falseando datos y declaraciones. Puede usted confirmar que todo esto se ha hecho ya durante este gobierno. No debe tener duda de que, si aún así estuviesen en riesgo de perder, harán todo lo que esté en sus manos para impedirlo.

Por esa razón, debería ser claro para cualquiera que quiera vivir en un país con al menos un mínimo de seguridad y libertad, que el único camino que tenemos es consolidar la coalición opositora. No es momento de finura en los detalles, sino de contundencia en la construcción. Quede claro que esa coalición depende esencialmente de la participación ciudadana. El Frente Amplio no es PRI-PAN-PRD, es un movimiento mucho más grande, que hace uso de los membretes a cambio de un respaldo que ellos no merecen.

Ya habrá tiempo para afinar lo que se quiera, si la democracia no se pierde. Sin ella, no habrá sino ese cinismo, esas mentiras, esa falta de empatía que hoy nos tienen perdiendo al país. No se equivoquen.

Este artículo se publicó originalmente en El Financiero, se reproduce con la autorización del autor.

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