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2024: Mitos, realidades y retos

Ernesto Villanueva | @evillanuevamx

Las próximas elecciones federales de 2024, donde se elegirá presidente de la República, senadores y diputados, se han convertido en un polo de atracción para la discusión mediática en donde confluyen los más variados intereses, con los claroscuros que ese ejercicio implica, que reclama algunas reflexiones. Veamos.

Primero. Se ha dicho que en el fuero interno de los electores pervive la convicción de que las mujeres se encuentran en una situación de desventaja emocional que los hombres para generar una candidatura presidencial competitiva. Si bien es verdad que en el país existen islas donde el mandato constitucional de la igualdad es más un formalismo que una realidad verificable en agravio de la mujer, también lo es, empero, que esos espacios se han ido reduciendo a pasos amplios.

La encuesta considerada más imparcial a escala internacional es la World Values Survey (WVS), diseñada y aplicada por sociólogos con adscripción académica sin un sesgo comercial o político y que ofrece una fotografía quinquenal sobre un enorme número de rubros en buena parte del mundo. (https://www.worldvaluessurvey.org/WVSDocumentationWV7.jsp). La más reciente cubre de 2017 a 2022, casi seis años en esta ocasión por la pandemia de covid-19, que retrasó el periodo habitual de apertura y cierre de ese ejercicio demoscópico.

De acuerdo con la encuesta de referencia a la afirmación según la cual los hombres son mejores líderes que las mujeres, en México 46.4% de los entrevistados estuvo en desacuerdo y sólo coincidió con ese aserto 23%; de esta suerte no debe verse como una variable el tema de género para ganar o perder en las urnas en 2024. En suma, no hay tema en ese aspecto.

Segundo. La política, pese a su gran importancia para la convivencia pacífica de los humanos y del mejor o peor diseño institucional del Estado, en México no es un asunto que genere el interés de la sociedad. En efecto, según los resultados de la más reciente encuesta del WVS únicamente a 33.2% de la población le interesa la política, a diferencia de Estados Unidos, donde esta actividad le importa a 56% de sus ciudadanos; o Canadá, donde la cifra sube a 57 por ciento.

La apatía política en México es consistente con otros reactivos aplicados en ese trabajo. Solamente 5% afirma que es miembro de un partido político y 20.1% confía totalmente o en gran medida en las elecciones, a diferencia, por citar un ejemplo, de Alemania donde a esa interrogante la respuesta es de 69.5%; únicamente 2% de los mexicanos confía plenamente en los partidos políticos y 9.3% lo hace en buena medida, pero la suma de los dos apenas rebasa un dígito.

Es posible, por lo anterior, sostener la hipótesis de que buena parte de los resultados electorales en 2024 descansarán en la capacidad de movilización de los electores por parte de las estructuras partidistas de quienes contiendan, más que en el voto razonado de la inmensa mayoría de la sociedad resultado de la oportunidad de comparar programas de oferta política. Y en ese sentido no habría que perder de vista que la 4T tiene en la práctica más de dos tercios de las gubernaturas del país.

Mítines. capacidad de movilización / Foto: Octavio Gómez

Tercero. En esa misma tesitura me ha llamado la atención, desde tiempo atrás, cómo el mexicano tiene una gran capacidad de resiliencia y suele aparecer en diversos estudios demoscópicos con una de las mejores cifras porcentuales por lo que se refiere a los momentos de felicidad, entendida como estar satisfecho con la vida y su entorno.

Si alguien evaluara a México por lo que aparece en los medios de comunicación, quizá llegaría a una percepción sesgada de lo que ocurre en el país, primero porque los medios en el país no gozan de credibilidad. En efecto, según la más reciente encuesta del WVS, sólo 6% de la sociedad confía plenamente en la prensa y lo hace en buena medida 20.1%; en otras palabras, la credibilidad de la prensa escrita llega a 26.1%. Por el contrario, 36% no cree nada de lo que se publica en la prensa y 36.4% confía poco en ella.

La televisión se encuentra prácticamente igual que la prensa escrita en su vertiente noticiosa o informativa. Cada día más son los medios digitales la fuente que más atrae a las audiencias. De ahí por tanto la aguda diferencia entre lo que se lee, ve o escucha en los medios y lo que percibe y vive la gente. Esa encuesta en cita es también consistente con otras hechas en el pasado, por cuanto al nivel de momento de felicidad de las personas; 59% de los mexicanos dice ser muy feliz. Vamos, es el tercero en la lista mundial sólo debajo de Kirguistán, con 68.8%, y Ecuador, con 60.7 por ciento.

Prensa en declive / Foto: Montserrat López

De esta suerte, se puede colegir que si las cosas están muy bien (no bien) en la percepción de la mayoría de los mexicanos, para qué ir a votar o interesarse en la política, cuyo vigoroso intercambio de pareceres es más un asunto de una reducida minoría que no ha permeado en el grueso de la comunidad.

Cuarto. En este escenario lo que es grave es la ausencia de confianza en el sistema de justicia en México, siempre con base en los datos de la multicitada macroencuesta, pues únicamente 6.1% confía plenamente en el sistema de justicia y en buena medida 16.1% para llegar a 22.27%. Por el contrario, en Estados Unidos 57.1% confía plenamente o en gran medida en los tribunales y en Alemania esta cifra asciende a 72 por ciento.

Acaso lo anterior explique –que no se justifica aclaro– que las resoluciones judiciales dirigidas para que el Senado, la Cámara de Diputados, el Congreso de la Unión, el titular del Poder Ejecutivo hagan o dejen de hacer algo, no se han cumplido o se ha hecho selectivamente porque hay la convicción compartida de que el incumplimiento de la ley no tendrá consecuencias negativas, al menos en el futuro inmediato.

SCJN. Rediseño necesario / Foto: cuartoscuro.com

El rediseño institucional con el acompañamiento de la comunidad jurídica del sistema de justicia debería ser uno de los temas para abordarse después de los comicios de 2024, de suerte que el Estado de derecho se convierta gradualmente en una premisa verificable por el bien de la comunidad toda, de suerte que dentro del convulso escenario se abre una oportunidad que debería transitar con el mayor número de voluntades posible.

Este artículo se publicó originalmente en Proceso, se reproduce con la autorización del autor.

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