Fuera de la Caja
Somos México
Macario Schettino | @macariomx
Somos México ha anunciado que logró superar las 200 asambleas distritales que se requieren para configurar un nuevo partido político. Le resta alcanzar el número de afiliados, otro requisito complicado, pero no insalvable. Según entiendo, hay nada más otra organización que está en ese mismo camino, con altas posibilidades de cumplir los requisitos. Se trata de Construyendo Sociedades de Paz, tercera reencarnación de Encuentro Social, ahora con un nombre extraño que tiene como objetivo que sus siglas coincidan con las de la presidenta.
Evidentemente, esta organización será aliada del grupo en el poder, como lo fueron en 2018 e intentaron serlo con su segundo nombre, Encuentro Solidario, pero no lograron mantener su registro. Junto con el PT y el Verde, arropan a Morena para obtener espacios políticos.
Somos México, por el contrario, es un partido de oposición, cuyo origen es el Frente Cívico Nacional, convocante (entre otras organizaciones) de las manifestaciones que luego se conocieron como “Marea Rosa”. Se trata de una coalición de grupos provenientes de la izquierda democrática, de grupos católicos progresistas, organizaciones de derechos humanos y múltiples organizaciones locales, que se han convertido en la columna vertebral de esas más de 200 asambleas distritales. Han acompañado este proceso un puñado de académicos y opinadores, incluyendo al autor de esta columna.
No está claro que, aun cumpliendo los requisitos, se les vaya a otorgar el registro. Ya ha ocurrido que éste se niega a organizaciones con excusas de cualquier tipo. En el caso de Encuentro Social, es probable que el PT y el Verde no quieran más socios en un negocio que ya no parece que vaya a crecer; en el de Somos México, su carácter de franca oposición, en un régimen que no acepta siquiera una crítica, es un riesgo. Si el grupo en el poder entendiese mejor, se daría cuenta de que “lo que resiste, apoya”.
En el pantano en que hoy nos encontramos, Somos México es una opción esperanzadora. Es muy claro que no vamos a tener elecciones libres y equitativas, como ya no lo fue la de 2024. Incluso es probable que se lleve a cabo una reforma electoral para ahorcar en lo posible a toda la oposición. Pero también debe ser claro que todos los caminos legales deben ser recorridos, documentando en su caso los obstáculos y trampas que pudieran provenir del poder. Justo eso es lo que permitió a la oposición venezolana llevar a la dictadura a su inminente caída, con todo y un sistema totalitario muy instalado.
Con una oposición tradicional que no responde, la necesidad de contar con nuevos instrumentos de la ciudadanía debería ser evidente. No porque con un nuevo partido vaya a cambiar de golpe el mapa electoral, sino porque la organización requerida para reunir a más de 300 personas en más de 200 distritos refleja una dinámica local que esa oposición tradicional ha abandonado. Es decir, detrás de Somos México hay una actividad que hace tiempo no muestran los partidos, alguno centrado en familias, otro en sus recuerdos, y uno más en unas pocas figuras que se desgastan muy rápido.
Como usted sabe, la hipótesis de esta columna es que el grupo en el poder, excluyente, indisciplinado, voraz e incompetente, va a ser incapaz de gobernar, como ya lo está siendo. Será necesario buscar salidas a ese fracaso, y mientras más instrumentos tengamos será mejor. A lo que pueda rescatarse de la oposición tradicional hay que sumar la nueva, y hay que adicionar a los liderazgos de los distintos grupos que no se dedican de lleno a la política, pero son los pilares sobre los que funciona el país.
No se trata de buscar triunfos electorales, no sólo, y no principalmente. Se trata de construir futuro.
Este artículo se publicó originalmente en El Financiero, se reproduce con la autorización del autor.

