AMLO anuncia su retorno político: prepara el maximato mientras Sheinbaum lidia con un país rebasado
El nuevo libro —como todos los anteriores— no lo escribió él. Nunca lo ha hecho. Desde aquel lejanísimo 1989, cuando su inseparable operador Alberto Pérez Mendoza le firmó “Tabasco, crónica de un fraude electoral” con prólogo de Carlos Monsiváis, Andrés Manuel López Obrador ha repetido la fórmula: otros investigan, otros redactan… él solo estampa la firma y posa para la historia.
Pero el libro es lo de menos. Lo que importa es el mensaje que lanzó en redes, un aviso tan transparente como inquietante: AMLO está listo para reaparecer. No es una insinuación, es un anuncio en forma de rito. A los que no lo conocen: López Obrador siempre dice lo que va a hacer. Y esta vez volvió a blandir, simbólicamente, su propia “espada de Bolívar”, igual que su aliado ideológico Nicolás Maduro.
La pregunta es obvia: ¿existen las condiciones para que el ex presidente regrese a las calles y al activismo político, terreno prohibido para quien ya dejó el poder?
En la narrativa más dura del morenismo, la que extraña al “Padre Fundador” para enfrentar a conservadores e imperialistas imaginarios, claro que sí. Para ellos, el país está “asediado”: una presidenta —Claudia Sheinbaum— presionada, un gobierno rebasado, una derecha que podría apostar por un outsider millonario como Ricardo Salinas Pliego y un Estados Unidos que exige carta blanca para intervenir militarmente en territorios dominados por el narco.
En ese clima, el regreso de López Obrador deja de ser posibilidad y se vuelve programa político. La incógnita no es si volverá, sino hasta dónde piensa llegar. ¿Qué significa realmente ese “apoyo a la presidenta”, esa “defensa de la democracia” y de la “soberanía”? ¿Acompañarla… o dirigirla desde afuera?
Porque cuidado: los grupos más radicales de la 4T —los que lo veneran como líder espiritual— no dudarán en subirse a la ola para proclamarlo “jefe máximo” de esta supuesta “guerra” contra la derecha y contra Washington. Y cuando eso ocurra, el sexenio de Sheinbaum quedará sepultado bajo la sombra del verdadero poder.
En resumen: cuando López Obrador dice que no busca maximatos ni gobernar tras el trono, lo que realmente está diciendo es que está dispuesto a hacer cualquier cosa para que no muera el movimiento que él creó, el mismo monstruo político que ahora lo llama de regreso.
Y no lo hace por convicción democrática. Lo hace por obsesión histórica. AMLO entiende que solo la permanencia de Morena le garantiza el premio que más desea: aparecer en los libros de texto del futuro como el fundador de una nueva era, hombro a hombro con Hidalgo, Juárez y Madero.
Porque al final, todo gira en torno a su figura. Y quienes cuestionan su relato —los “conservadores”, los “golpistas”, los “invasores”— amenazan el mito que quiere dejar como legado: el del “Héroe de la Transformación Nacional”.
El mito que está dispuesto a defender… aunque eso implique volver a tomar las calles y reclamar, otra vez, el centro del escenario nacional.

