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Política de principios

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Quehacer político

Juan José Rodríguez Prats | @RodriguezPrats

La responsabilidad crea la identidad, pero no somos responsables debido a nuestra identidad, sino que tenemos identidad porque somos responsables.

Emmanuel Levinas

¿En qué consiste hacer política? ¿A quién se percibe como exitoso en política? ¿Cuál es el significado de la operación política? Estos temas elementales no reciben la atención debida, son abordados con extrema superficialidad y con mitos ancestrales.

No recuerdo quién, allá por el siglo XVII, señaló en forma contundente tres principios: 1) en el caso de la ética, trátate a ti mismo como a cada quien le gustaría hacerlo consigo mismo; 2) en el ámbito político, trata a los demás como te gustaría ser tratado; 3) en lo jurídico, no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. ¿Son incompatibles? En lo absoluto, son complementarios, recíprocos, inherentes, correlativos. Ninguno puede prevalecer sin el acompañamiento de los otros.

Esta aportación básica de filosofía política derivó, con el transcurso de los años, en doctrina cuajada con el humanismo en el Renacimiento, para culminar en la creación de instituciones. Es, en términos llanos, lo que se conoció como Ilustración en la segunda mitad del siglo XVIII.

En el siglo XIX vino una nefasta distorsión: las ideologías. Hace casi cien años, el gran pensador Ortega y Gasset lo dijo en forma insuperable: “Ser de izquierda es como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral”.

Encasillar el pensamiento con fórmulas binarias no nos ha conducido al entendimiento y al acuerdo. Mueve a risa afirmar que López Obrador o Claudia Sheinbaum son de izquierda o que Xóchitl Gálvez es una retrógrada nostálgica del pasado. De los dirigentes de los partidos ni siquiera vale la pena averiguar si tienen ideas.

Luego entonces, ése es el gran desafío. Creo yo que el triunfador en política no es quien arriba a un cargo dejando en el camino honor y dignidad y haciendo estupideces que dañan al prójimo. Erich Fromm escribió sobre la vida auténtica y hacia una recomendación básica: “Si se evitan los conflictos, uno se convierte en una máquina bien engrasada, donde todo afecto se nivela de inmediato, donde se automatizan todos los deseos, donde se homogenizan todos los sentimientos”.

El primer conflicto es con uno mismo. Lo primero que se deteriora en el político es la más esencial virtud: cotejar permanentemente teoría y realidad. Somos torpes en la operación política. Esta consiste en amarrar medios y fines. Los resultados siempre pueden ser evaluados. La posibilidad de corregir es efímera. Si no se percibe con objetividad, nos arrastra la equivocación.

La lectura del momento actual es condición ineludible para tomar decisiones oportunas. Cuando Mijail Gorbachov ordenó no reprimir a quienes demolían el Muro de Berlín, se consagró como un gran reformador en beneficio de la humanidad. Cuando Nelson Mandela optó por la vía pacífica para terminar con el Apartheid y transitar hacia la democracia en Sudáfrica, da una lección de humanidad y de grandeza espiritual. Cuando Volodímir Zelenski se negó a huir de Ucrania ante la inminente invasión rusa, se convirtió en uno de los grandes líderes del siglo XXI.

El mundo y México están viviendo la hora de la verdad que podría definirse en un dilema: o la ley sirve y nos conducimos todos con orden y con apego a los valores que desde hace dos siglos han inspirado a las repúblicas democráticas o vamos rumbo a la barbarie y al atropello de nuestros derechos fundamentales.

No podemos separar la cultura de nuestras actividades cotidianas. Tenemos que hacer pedagogía social. Cada campaña debe ser una oportunidad para sembrar doctrina, algo muy diferente a la ideología. Doctrina que conforme a sus raíces etimológicas quiere decir acción de enseñar conocimientos adquiridos.

Son varias nuestras patologías: demagogia, improvisación, irresponsabilidad. Ataquémoslas.

Este artículo se publicó originalmente en Excélsior, se reproduce con la autorización del autor.

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