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Intelectual y defensor apasionado de la democracia y de la libertad política, Enrique Krauze es miembro de honor de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

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El historiador y analista Enrique Krauze ingresó hoy a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España (RACCMYP) como académico honorario, en una ceremonia donde se encomió su denuncia en contra del populismo y el autoritarismo y se le reconoció como un intelectual de “primer rango internacional”.

Enrique Krauze dijo que los políticos tienen grandes defectos, como “la soberbia, el narcisismo, la megalomanía, la paranoia, la embriaguez del poder que sólo se ve a sí mismo… En muchos políticos de convicción, enamorados de la belleza moral de sus principios, hay un peligroso desdén por la realidad. El resultado suele ser no solamente desastroso sino muchas veces contrario a los principios que sustentan esas convicciones”.

El presidente de la RACMYP, Benigno Pendás, por su parte, señaló que el nombramiento de Krauze fue hecho por unanimidad, y que el ser “académico de honor”, es el “máximo reconocimiento de nuestra corporación. 

El historiador, dijo, es un intelectual de primer rango y un destacado defensor de la democracia constitucional y la libertad política. “En estos tiempos convulsos de polarización y populismo, es importante escuchar la voz de personajes como Krauze, que se distingue por su rigor y moderación”, enfatizó. 

De acuerdo con medios españoles, en la ceremonia estuvieron presentes destacados académicos, como el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado y la directora de la Real Academia de la Historia, Carmen Iglesias.

Durante el evento, el director de Letras Libres leyó en el ensayo El realismo trágico de Max Weber, donde alude a una conferencia ofrecida por el sociólogo y politólogo en 1919, en Múnich.

“Quienes se dejan llevar por la ética de la convicción, enamorados de la belleza moral de sus principios, a menudo sólo se preocupan por actuar con fidelidad a sus principios abstractos independientemente de las consecuencias concretas de la aplicación de los mismos”, dijo.

Agregó que Weber sostenía que la vocación política debe normarse por el sentido de la responsabilidad, que el buen político debe sentir pasión, “pero una pasión –decía Weber– atemperada por la prudencia, la mesura, una pasión que se cuide de no incurrir en la vanidad”, manifestó.

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