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El fin de los dinosaurios

Macario Schettino | @macariomx

Como tal vez usted sepa, ha empezado a circular El dinosaurio disfrazado, que me publicó editorial Planeta bajo el sello de Ariel. El libro construye sobre la imagen del dinosaurio que se utilizó desde fines de los ochenta como metáfora del priismo, y analizo en él las distintas versiones que hemos tenido de ellos. Hablo un poco de la construcción del sistema político mexicano del siglo 20, pero sobre todo de su transformación durante los últimos 50 años.

En ese periodo, el PRI pasó de tener el cien por ciento de los votos en la elección de José López Portillo, a la pérdida de la Presidencia y el Congreso, la recuperación momentánea, y a tener hoy apenas un par de entidades federativas. Pero el dinosaurio sigue ahí. Cambió primero de color, de tricolor a amarillo, en una división entre echeverristas y salinistas, para luego mutar al morado. En esta última versión, apareció el Tiranosauro (ya sabe quién), que destruye todo con tal de no morir.

Espero que el libro sea de su agrado, en caso de que lo lea, pero también que le ayude a reflexionar acerca del porqué existen los dinosaurios, y cómo podrían llegar a su fin, que es el tema del último capítulo. No me extiendo, porque no es de lo que quiero hablar con usted. Lo que me interesa es aplicar lo que desarrollé en el libro al momento actual.

El Frente Amplio por México está definiendo quién deberá ser su coordinador nacional, y eventualmente el posible candidato presidencial. En ese proceso, nos encontramos hoy con una clara competencia. De un lado, el dinosaurio, con una de sus representantes de mejor calidad; del otro, la irrupción ciudadana, con todos los defectos políticos que ésta tiene.

La matriz del nacionalismo revolucionario es la base ideológica del PRI, del PRD, y de Morena. Hay variantes, entre los partidos y a su interior, pero la concepción básica es la misma. Se puede argumentar que el PRD actual ya ha perdido casi todo ese bagaje, en la inmensa migración a Morena, pero en el PRI no es así. Tanto la aspirante a coordinar el Frente, como la dirigencia actual del PRI son fervientes creyentes del nacionalismo revolucionario, y por lo tanto mantienen buena relación con políticos latinoamericanos autoritarios, socios del pasado.

Es por eso que sus críticas a Morena no son frontales, ni contundentes. Es por eso que coinciden en ciertos temas: rectoría del Estado, campo, petróleo. Y es por eso que, en mi opinión, no representan la mejor oposición en este momento.

La irrupción ciudadana tiene también defectos, es claro. Falta de organización y claridad, inexperiencia, y por la velocidad del actual proceso, dificultades para comunicar ciertos detalles. Pero tiene una virtud innegable: es una opción de fuera del sistema. Ya habíamos comentado eso varias veces, pero este lunes Enrique Quintana, citando a Eurasia Group, confirma la hipótesis: para ganar, venir de fuera del sistema es una ventaja innegable. Eso es lo que representa la ola rosa, y entre los aspirantes, Xóchitl Gálvez.

El Frente tendrá coordinadora en poco más de 10 días. Es una competencia seria, con reglas claras. Cada aspirante hará uso de las herramientas con que cuente para ganarla, y así debe ser. La capacidad de movilización y control político del PRI no está en duda, tampoco debe estarlo el respaldo ciudadano a la irrupción. Por eso me pareció conveniente esta pequeña adición al Dinosaurio disfrazado. Los dinosaurios no se destruyeron entre ellos. Es la sorpresa externa lo que los extinguió.

Creo que es obligado ser muy claro, y serlo hoy mismo, no dentro de dos semanas. La coordinadora nacional del FAM debe ser Xóchitl Gálvez. Es mi opinión.

Este artículo se publicó originalmente en El Financiero, se reproduce con la autorización del autor.

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