Columnistas

Fuera de la Caja

Visitas: 0

Revisando

Macario Schettino | @macariomx

El mejor analista político de la nueva generación, Raudel Ávila, publicó este miércoles una despiadada crítica a los derrotados en la elección del domingo. La titula “La extinción de un sistema”, y afirma que el modelo de la transición terminó en ese evento. Considera que “el domingo se desmontaron muchos mitos”. El primero es la fuerza electoral de la sociedad civil (que él llama “autodenominada”, adjetivo innecesario y erróneo). Eso no existe, entiendo que por la falta de capacidad organizativa. Segundo, el voto oculto, que demostró ser una ilusión. En tercer lugar, la afirmación de que las encuestas no sirven. Del cuarto me ocupo más adelante.

Después de la lista de mitos que espera que hayan terminado, Raudel procede a defender a los partidos frente a las críticas (supongo que de esa sociedad civil), y lo hace enfatizando las estructuras partidistas que le permitieron al PAN salvar algo en el Bajío, y al PRI en Nuevo León. Pero, en sus palabras, “los priistas perdieron abrumadoramente porque ya no tienen estructuras”. Y concluye esta defensa: “La aplastante victoria de Morena y sus aliados en todo el país demostró que la construcción de agrupaciones paralelas como los servidores de la nación, las asociaciones de vecinos, los liderazgos de manzana, etcétera, son la base de una operación electoral eficaz”.

Tiene razón en las piezas, pero no en el conjunto, me parece. Efectivamente, lo que vimos el domingo fue el éxito de la operación electoral, que correspondió al partido en el que se refugiaron las estructuras vecinales, corporativas, sectoriales, que alguna vez fueron del PRI o del PRD, pero su contundencia no proviene de ahí, sino de los 23 mil servidores de la nación, apoyados por 40 mil jóvenes construyendo el futuro, que fueron pagados con nuestros impuestos. Ése fue uno de los varios delitos cometidos desde el poder durante toda la campaña, que el INE fue incapaz de frenar, y que son la base de mi afirmación de que la democracia en México ha dejado de existir.

Por otra parte, la idea de construir una coalición entre los partidos de oposición y la sociedad civil era precisamente que ésta aportase un discurso novedoso, mientras los partidos apoyaban con sus estructuras. Si no hubo organización, si no se visitaron reiteradamente los vecinos, la crítica no hay que enderezarla a la sociedad, sino a los partidos que nunca estuvieron a gusto con su acompañante. Ahora que si lo que se critica es a miembros de esa sociedad civil que de pronto se sintieron dirigentes políticos, coincido.

Voto oculto sí hubo, pero en dirección contraria a lo que esperábamos muchos. Fue tan oculto que las encuestas efectivamente fallaron. No sólo las tres telefónicas que daban empate técnico, ni las tres en vivienda que daban una diferencia de menos de 10 puntos a favor de Claudia, sino prácticamente todas las que tienen una trayectoria y honestidad reconocidas. En la última semana, ya nadie veía más de 15 puntos de ventaja: fueron 30.

Insistiré en mi interpretación: la elección no fue democrática en tanto que todo el poder del Estado se utilizó para hacer ganar a Sheinbaum, violando todo tipo de leyes. Fue una elección salinista, con todos los recursos públicos utilizados a favor de un partido, como en 1991 y 1994. Por tanto, quienes interpretamos el proceso pensando que la democracia seguía existiendo, fracasamos. En palabras de Raudel, estrepitosamente.

Y es que el último mito al que se refiere Raudel es que “los pronósticos de nuestros intelectuales más famosos fallaron estrepitosamente… está claro que como analistas de temas electorales no funcionan”. Indudable. No sé si estoy en ese grupo, pero si fuese así, Raudel tiene toda la razón.

Este artículo se publicó originalmente en El Financiero, se reproduce con la autorización del autor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *