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Política de principios

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Ideales políticos

Juan José Rodríguez Prats | @RodriguezPrats

¿Qué será de México? Creo que todos están manchados y es irremediable que sigan matándose.

Alfonso Reyes

En los tiempos actuales pareciera que la historia y la filosofía, es decir, la memoria y la meditación son materias desechables. Triunfaron las ciencias sobre las humanidades. Todo se refleja en números, desde las preferencias electorales o los grados de popularidad, hasta los niveles de felicidad.

En este sentido, un párrafo de Jaime Torres Bodet es ineludible transcribir:

Era Vicente, entonces amigo y también rival de otro de los siete sabios de su generación: Manuel Gómez Morin (…) En 1918 Lombardo Toledano aludía al Sermón de la Montaña y parecía imbuido de un socialismo evangélico. Gómez Morin citaba a Lunacharski. En 1937 habían cambiado mucho las cosas. Lombardo admiraba a Stalin y Gómez Morin exaltaba el poder de la fe católica. Tuve siempre para ambos, cálidas estimaciones. Estaba convencido de la sinceridad de sus actitudes. La línea seguida por cada uno podía ser discutible, pero era auténtica.

¿Qué dirían estos dos ilustres mexicanos hoy en día? Para responder, acudo a otra de nuestras luces, Alfonso Reyes:

Un pueblo se salva cuando logra vislumbrar el mensaje que ha traído al mundo: cuando logra electrizarse hacia un polo, bien sea real o imaginario, porque de lo real y lo imaginario está tramada la vida (…) Yo me niego a aceptar la historia como una mera superposición de azares mudos. Hay una voz que viene del fondo de nuestros dolores pasados; hay una invisible ave agorera que canta todavía: tihuic, tihuic por encima de nuestro caos de rencores (…) el remedio a nuestras disidencias, la respuesta a nuestras preguntas, la clave de la concordia nacional.

En otras palabras, creo que Lombardo y Gómez Morin, con todo y sus desavenencias, les darían prioridad a sus convergencias. Aventuro tres ideas.

1. La autenticidad acompañada de la benevolencia. Nuestra sociedad está contaminada de mitos, dogmas, demagogia. Sin una lectura objetiva de nuestra realidad, seguiremos divagando. ¿Cómo enrumbar de nuevo a México? La tarea no es sencilla. Requerimos de los mínimos consensos. Acuerdos, realineamiento de la voluntad colectiva, vigorización de la confraternidad. Hay autores que insisten en que los nuevos paradigmas habrán de ser normativos, poner énfasis en el deber ser, en recuperar la confianza y la credibilidad. Eso sería hacer política. Lo definía Carlos Castillo Peraza: “La política no es estética, sino ética, es un conflicto permanente entre el esfuerzo de obrar con rectitud y un ambiente hostil”.

2. Mejorar el capital humano a través de la capacitación. Este sexenio fracasará, entre otros rubros, en la política educativa. Desde su inicio se notó el desdén por esta obligación que, a pesar de sus graves deficiencias, había tenido cierta continuidad. Por circunstancias ajenas al desempeño del gobierno, pero también por la falta de voluntad en la conformación de soluciones integrales, orientándose sólo por ocurrencias, reparar el daño en la formación profesional de las nuevas generaciones tardará muchos lustros. El mexicano sabe competir, quienes retornan después de haber emigrado, desarrollan nuevas habilidades, manifestándose en un mejor nivel de vida. Algo o mucho estamos haciendo mal, lo cual impide el despliegue del gran potencial de nuestra gente.

3. La defensa de los derechos humanos es prioritaria. Aquí también se interrumpió lo hecho por administraciones anteriores en lo que, sin duda, es el gran tema del siglo XXI: la dignidad de las personas es la idea política más fecunda en la historia del hombre.

En conversaciones con diferentes grupos sobre los temas anotados, es difícil no incurrir en lugares comunes. Como nunca, se ha ensanchado la brecha generacional. Hay un extendido repudio a la política y a los políticos, cuando lo que más se requiere es el involucramiento en asuntos que a todos nos atañen. Manos a la obra. Que no reclamen las generaciones futuras nuestra desidia para asumir deberes.

Este artículo se publicó originalmente en Excélsior, se reproduce con la autorización del autor.

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