Adán Augusto López, acorralado por 37 denuncias por corrupción; Tabasco guarda silencio ante un quebranto de 800 millones de pesos
La exdiputada federal María Elena Pérez-Jaén puso el dedo en la llaga: presentó 37 denuncias formales ante la Fiscalía General de la República (FGR) contra el exgobernador de Tabasco y hoy senador morenista Adán Augusto López Hernández, por presuntas irregularidades detectadas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en las Cuentas Públicas de 2019 y 2020. Los hallazgos suman un presunto quebranto cercano a 800 millones de pesos en fondos federales y programas estatales.
Las auditorías revelan un catálogo de anomalías que retratan la opacidad del gobierno tabasqueño durante el paso de López Hernández: pagos sin comprobantes, adquisiciones sin evidencia de entrega, nóminas infladas y recursos desviados. Sin embargo, ni el gobierno estatal ni la Fiscalía General de Tabasco han movido un dedo. Peor aún, la FGE ya adelantó que no citará a declarar al exgobernador, escudándose en que “no existen elementos” para hacerlo.
El silencio institucional resulta ensordecedor. Mientras la FGR recibe las denuncias, en Tabasco se protegen los vínculos políticos del hoy senador y exsecretario de Gobernación. En el contexto, el mismo estado atraviesa una tormenta de corrupción: el caso “La Barredora”, que involucra a exfuncionarios de seguridad pública, sigue salpicando a quienes fueron parte del círculo más cercano de López Hernández, aunque las autoridades insisten en mirar hacia otro lado.
Pérez-Jaén fue tajante al señalar que la corrupción en Tabasco no puede seguir blindada por el poder político. “Estamos frente a un patrón de desvíos sistemáticos de recursos públicos. La impunidad no puede seguir siendo la regla”, advirtió la exlegisladora.
Mientras tanto, el senador Adán Augusto —autoproclamado representante de la “honestidad tabasqueña”— guarda silencio. Y su tierra natal, hundida entre escándalos, parece confirmar que la transparencia y la rendición de cuentas siguen siendo palabras huecas en el discurso oficial de la autodenominada Cuarta Transformación.

