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El “territorio Nahle”, un escenario de sangre

Mussio Cárdenas Arellano | @mussiocardenas

Sobre la margen derecha e izquierda del río Coatzacoalcos, en “territorio Nahle”, la sangre manda. Mandan los cárteles y sus células. Manda la violencia, el homicidio, el secuestro, la complicidad y la impunidad.

En el coto que las comadres de Rocío Nahle dicen suyo, si no les dan el tiro de gracia, los descuartizan. O los cosen a balazos. O hunden el puñal en la entraña. O los tasajean hasta morir.

Y matan a hombres y mujeres, unos buenos y otros malos, al que peca y al que delinque, al inocente y al que murió sin saber por qué o porque no debió estar ahí.

Y así escala la violencia en Coatzacoalcos, el feudo de Nahle, sumando muerte y asombro y repulsa y estupor. Son 23 ejecuciones en 132 días, de enero a la fecha, cuatro meses y medio, en lo que va de 2024.

Son 23 crímenes en “territorio Nahle” con el sello de los cárteles o de las células delictivas que lo mismo cobran piso que cobran vidas, y que van por su cuota de sangre sin temor a que les apliquen la ley.

Hay taxistas ejecutados y estilistas, y checadores de autobús, una mujer que viaja en camión urbano, peluqueros. Y aparecen cuerpos desmembrados a pie de carretera con mensajes en cartulinas sostenidas con un puñal que les atraviesa la piel.

En este coto, que las comadres de Rocío Nahle reclaman suyo, la inseguridad cunde, la extorsión reina, la policía se agazapa y hay otra mafia, la de Seguridad Pública de Veracruz, la policía estatal, que delinque de tal forma que ya le llaman el Cártel de la SSP.

La reina del coto es Rocío Nahle. La dueña del feudo es Rocío Nahle. La mandona política, por encima, muy por encima del alcalde Amado Cruz Malpica, es Rocío Nahle.

Por cinco años y medio, gobernando a trasmano, imponiendo su nada santa voluntad, ignorando a Cuitláhuac García, el desgobernador de Veracruz, Rocío Nahle auspició y detentó el control de la policía, vía Eric Cisneros, el siniestro ex secretario de Gobierno de Veracruz, el de los vínculos con la delincuencia.

En el coto de Nahle, la seguridad pública es letra muerta. 23 ejecutados de enero a la fecha en Coatzacoalcos es el dato duro.

Y en el feudo de Rocío Nahle, la extorsión es el delito favorito de las bandas delincuenciales, el que sustituyó al secuestro, el que más deja dividendos, el que se finca en el miedo y se traduce en terror, el que le afloja las piernas a las víctimas y los hace pagar.

La inseguridad heredada, la que viene del priismo y del panismo, de los tiempos de Alemán, Fidel, Duarte, Yunes azul, echó raíces en Coatzacoalcos con Cuitláhuac García y con Víctor Carranza y Amado Cruz en el gobierno local.

Y si ya había fuga de capitales, con Morena hubo estampida de inversionistas. Y se fueron los empresarios, migraron a Villahermosa, a Mérida, a la Riviera Maya, a Veracruz-Boca del Río, a Orizaba, Puebla, Guadalajara y Monterrey.

Y el coto de Nahle se volvió un caos. Es un caos. Es reflejo de Nahle.

De 2017 a la fecha, la violencia es agenda de Morena. La violencia, que debió ser contenida al conquistar la alcaldía de Coatzacoalcos, tomó vuelo. Amainaba y se recrudecía, como en los tiempos del PRIAN. Y al final, se convirtió en su marca, su sello.

La policía municipal y estatal hizo de Coatzacoalcos un negocio. El “territorio Nahle” mutó. Se volvió una plaza, la plaza de la narcopolicía.

La policía estatal morenista fue señalada de vender protección. Cobraba y cobra piso. Vendía y vende droga. La policía se volvió un cártel, el Cártel de la SSP.

Lo señalan sus rivales, las otras bandas. Aparecen cuerpos en bolsas de plástico, desmembrados, en la vía pública, sobre el malecón de Coatzacoalcos, a unos metros de un parque infantil, y en las cartulinas se lee la imputación crucial: es el Cártel de la SSP.

Asesinan peluqueros y dejan narcomensajes: es el Cártel de la SSP. Y los acusan de vender droga, de disputarle la plaza a los narcos enemigos. 

El “territorio Nahle” anda hoy fuera de control. Y hay un por qué. El director de Seguridad Pública Municipal, Luis Enrique Barrios Ríos, tiene historial. Está señalado –no imputado judicialmente–  por la desaparición de 30 jóvenes en los días en que Javier Duarte, siendo gobernador, implementó el operativo Blindaje Coatzacoalcos, quizá el evento de terror más cruento, el más condenable, el que marcó a decenas de familias que nunca volvieron a saber de hijos y hermanos, consumiéndose en la angustia y el dolor.

El jefe policíaco señalado por la desaparición de 30 jóvenes es hoy el secretario de Seguridad Pública del alcalde morenista Amado Cruz Malpica. Y Amado no mueve un dedo si no lo ordena Rocío Nahle.

Desde 2017, cuando Morena accede al poder municipal, la inseguridad es reto para Morena. Y no lo ha superado. Y su policía se ha tornado criminal.

Desde 2017, cuando Víctor Manuel Carranza Rosaldo alcanzó la alcaldía de Coatzacoalcos, merced al pacto Nahle-Marcelo Montiel, el ex priista que fue dos veces presidente municipal, la violencia no aminora; se tolera, se fomenta, se vuelve el sello de Morena.

Los muertos de Fidel fueron de Fidel. Los muertos de Duarte fueron de Duarte. Los muertos de Yunes fueron de Yunes. Los muertos de Cuitláhuac son de Cuitláhuac.

Y en Coatzacoalcos, los muertos de Amado son de Amado. Y en “territorio Nahle”, los muertos de Nahle son de Nahle porque en la zacatecana se concentra todo el poder.

La violencia en su coto es una lápida para la candidata de Morena al gobierno de Veracruz. En su coto, Coatzacoalcos, reina la extorsión. Y reinan las ejecuciones, los 23 asesinados que registra el sistema de seguridad.

La tierra adoptiva de Norma Rocío Nahle García es tierra de nadie. O sí. De los cárteles, de los extorsionadores, de la narcopolicía, del crimen de cuello guinda y de los nahlistas de corazón.

Si así tiene el “territorio Nahle”, peor tendrá, si remotamente gana, a Veracruz.

Este artículo se publicó originalmente en mussiocardenas.com, se reproduce con la autorización del autor.

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